10 beneficios del jengibre que la ciencia confirma: el superalimento que mejora la digestión, activa la circulación y refuerza tus defensas

A finales de agosto en España, el clima se convierte en un pequeño juego de engaños. Durante el día, el sol sigue golpeando con fuerza, como si quisiera exprimir hasta el último minuto del verano. Pero al caer la tarde, una brisa más fresca y ligera empieza a colarse por las ventanas abiertas, y con ella llega la sensación de que el otoño se aproxima. Quizá ya hayas notado cambios en tu cuerpo: un estornudo matutino que no esperabas, la garganta un poco áspera después de una cerveza fría en la terraza, o esa ligera incomodidad en el estómago tras una comida abundante. No es casualidad: estás sintiendo lo que los médicos llaman la “transición estacional”, un momento en el que el sistema inmunitario se ve obligado a adaptarse a cambios bruscos de temperatura, humedad y luz, y en el que nuestras defensas pueden bajar.

En España, tenemos una relación especial con la cocina y con los remedios naturales que nos han pasado nuestras abuelas. Y entre esos remedios, el jengibre se ha ganado un puesto de honor, aunque para muchos todavía sea “esa raíz que usan mucho los asiáticos”. Sin embargo, el jengibre es mucho más que un ingrediente exótico: es un auténtico superalimento que combina tradición y ciencia. La medicina tradicional china y el Ayurveda lo han usado durante siglos para calentar el cuerpo y mejorar la circulación, y hoy, la investigación científica respalda estos usos con datos sólidos. Estudios demuestran que el jengibre puede cuidar tu aparato digestivo, mejorar la circulación sanguínea, reducir el colesterol, proteger el corazón, combatir la inflamación e incluso ayudarte a mantener un aliento fresco.

Vamos a ver en detalle cómo funciona el jengibre, por qué puede ser tu mejor aliado en esta época del año y cómo incorporarlo en tu dieta de forma segura y deliciosa.


Mejora la salud digestiva y favorece la absorción de nutrientes

El picor característico del jengibre viene de dos compuestos clave: el gingerol y el shogaol. Estas moléculas no solo dan sabor, sino que tienen un potente efecto antioxidante y antiinflamatorio. Actúan sobre el tracto gastrointestinal reduciendo bacterias nocivas, calmando la inflamación y estimulando el peristaltismo, esos movimientos rítmicos del intestino que ayudan a mover y procesar los alimentos.

Además, el jengibre estimula la producción de bilis, facilitando la digestión de grasas, algo especialmente útil en una gastronomía como la española, rica en frituras, embutidos y guisos con aceite de oliva. Un estudio de 2014 de la Universidad de Míchigan mostró que 2 gramos diarios de jengibre pueden reducir significativamente los marcadores de inflamación intestinal. En términos prácticos, esto significa menos gases, menos hinchazón y un tránsito intestinal más regular.

Eso sí, si sufres gastritis o úlcera, mejor consúmelo cocido (en sopas, infusiones o guisos) para reducir su efecto irritante.


Calienta el cuerpo y activa la circulación sanguínea

En la medicina tradicional, el jengibre es un alimento “caliente” que ayuda a expulsar el frío y a reactivar la circulación. La ciencia moderna lo confirma: el gingerol y el shogaol favorecen la vasodilatación periférica, es decir, ensanchan los vasos sanguíneos más pequeños, aumentando el flujo de sangre y la temperatura en las extremidades.

En España, donde los inviernos en muchas regiones pueden ser fríos y húmedos, mejorar la circulación es clave para evitar manos y pies fríos, así como para reducir dolores musculares y rigidez. El jengibre, al mejorar el riego sanguíneo, también favorece la eliminación de toxinas y acelera el metabolismo, lo que contribuye a mantener niveles de energía más estables. Si eres de los que se tapan con manta en el sofá en cuanto llega septiembre, el jengibre puede ayudarte a mantener el calor desde dentro.


Reduce el colesterol y protege la salud cardiovascular

Las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de mortalidad en España y en el mundo hispanohablante. Mantener los niveles de colesterol bajo control es fundamental, y el jengibre puede ser un buen aliado. Un ensayo clínico de 2008 en la Universidad de Babol (Irán) demostró que 3 gramos diarios de jengibre en polvo, tomados durante ocho semanas, reducen de forma significativa el colesterol total y los triglicéridos.

Además, el jengibre tiene un efecto antiagregante plaquetario, lo que significa que reduce la formación de coágulos en la sangre. Esto ayuda a prevenir infartos y accidentes cerebrovasculares. Aunque no sustituye un tratamiento médico, incluir jengibre en tu alimentación puede ser un complemento natural muy beneficioso. Eso sí, si tomas anticoagulantes como la aspirina o la warfarina, consulta siempre con tu médico antes de aumentar su consumo.


Refresca el aliento y cuida la salud bucodental

Si después de una buena fabada asturiana o de un plato con ajo y cebolla te preocupa el aliento, el jengibre puede ser tu mejor aliado. Según un estudio de 2018 de la Universidad Técnica de Múnich, el 6-gingerol aumenta hasta 16 veces la actividad de la enzima sulfhidril oxidasa-1 en la saliva en cuestión de segundos. Esta enzima neutraliza los compuestos de azufre volátiles que provocan el mal aliento.

A esto se suma que las propiedades antibacterianas del jengibre ayudan a reducir bacterias asociadas con la gingivitis y la periodontitis. Masticar un pequeño trozo de jengibre fresco o beber una infusión después de las comidas puede dejarte la boca fresca y limpia de forma natural.


Cómo consumirlo de manera segura

Para un adulto sano, la dosis recomendada de jengibre es de 2 a 3 gramos al día. Superar esta cantidad puede provocar acidez, diarrea o irritación bucal. Las personas con tendencia a calentarse en exceso o con aftas recurrentes deberían moderar su consumo y preferirlo cocinado.

En la cocina española, el jengibre puede incorporarse fácilmente: en caldos de pescado, en aliños para carnes, en cremas de verduras o en infusiones con limón y miel para las tardes de invierno. Si controlas tu nivel de azúcar, limita la miel o el azúcar y opta por edulcorantes naturales como la stevia.


Médico Coucou💊

Médico Coucou

Empezar a consumir jengibre con regularidad a finales de verano es como preparar tu cuerpo para el frío antes de que llegue. No solo te ayuda a mantenerte caliente, sino que cuida tu digestión, activa tu circulación, protege tu corazón y te deja un aliento fresco. La clave no está en comer mucho de golpe, sino en integrarlo poco a poco en tu día a día: un poco en el desayuno, otro en la comida y una infusión por la noche. Es un gesto sencillo que tu cuerpo te agradecerá todo el año.

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