¿Te has preguntado si deberías comerte las cáscaras del camarón? ¿O si es cierto que su colesterol puede dañar tu corazón? ¡Alto ahí! Antes de que tires esas colas crujientes o renuncies a este marisco delicioso por miedo al colesterol, déjanos explicarte con ciencia y claridad lo que realmente dice la medicina. En Médico Coucou, desmontamos los mitos más populares sobre el camarón, lo que aportan sus cáscaras, si afecta tu salud cardiovascular y cómo integrarlo inteligentemente en tu dieta.

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Mito 1: Las cáscaras de camarón contienen quitosano, así que comerlas ayuda al colesterol

Este mito tiene algo de ciencia detrás, pero está mal entendido. Las cáscaras del camarón contienen quitina, no quitosano. El quitosano, usado en algunos suplementos dietéticos, es una versión modificada de la quitina, creada mediante un proceso químico llamado desacetilación. Esto no ocurre en el cuerpo humano.
Es decir, aunque las cáscaras tienen algo de fibra insoluble, no puedes esperar que bajen tu colesterol como lo haría un suplemento de quitosano aprobado. Además, las cáscaras pueden ser difíciles de masticar y digerir, especialmente en personas mayores o niños. Comerlas crujientes y bien cocidas puede ser sabroso, sí, pero no te dará efectos mágicos para tu salud cardíaca.
Mito 2: El camarón tiene demasiado colesterol y es malo para el corazón

Este es uno de los temores más antiguos y también uno de los más desmentidos. Una porción de 85 gramos de camarón contiene aproximadamente 180 mg de colesterol, más que muchas carnes. Pero aquí viene la clave: el colesterol dietético no influye tanto en el colesterol en sangre como se creía.
Tu hígado produce hasta el 85% del colesterol que hay en tu cuerpo. Cuando consumes colesterol en tu alimentación, tu organismo lo regula produciendo menos. Por eso, desde 2015, las Guías Alimentarias de Estados Unidos eliminaron el límite diario de colesterol en la dieta.
Y el camarón es bajo en grasas saturadas—sólo 0.3 g por cada 100 g—y además aporta ácidos grasos omega-3 y astaxantina, un antioxidante marino con potentes efectos antiinflamatorios y protectores del corazón y el cerebro. Si no tienes una condición genética relacionada con lípidos, puedes comer camarón con total tranquilidad.
Los superpoderes nutricionales del camarón: proteína, taurina, calcio y más

Más allá de lo que no hace, lo que sí hace el camarón por ti es bastante impresionante. Una ración de 85 gramos te aporta alrededor de 20 gramos de proteína de alta calidad y sólo 85–100 calorías. Ideal para quienes buscan proteínas limpias, bajas en grasa y con buena digestibilidad.
También es fuente de taurina, un aminoácido que mejora la presión arterial, protege el corazón, regula el sistema nervioso y potencia la salud ocular. Es habitual verla en bebidas energéticas, pero aquí la tienes en su forma natural y sin cafeína.
¿Y el calcio? El camarón contiene entre tres y cuatro veces más calcio que la mayoría de los pescados comunes, lo que lo convierte en una gran opción para personas con intolerancia a la lactosa, mujeres postmenopáusicas o quienes quieren prevenir la osteoporosis.
Además, su bajo contenido en carbohidratos lo hace ideal para dietas keto, paleo o bajas en índice glucémico. Y lo mejor: su sabor nunca decepciona.
No todos los camarones son iguales: por qué el origen y la cocción importan más que la etiqueta

Más del 90% del camarón consumido en EE.UU. es importado, mayormente de granjas en Ecuador, Tailandia o India. Muchos se sorprenden al saber que las diferencias nutricionales entre camarón salvaje y de granja son mínimas.
Lo importante es cómo fueron criados. Elige productos con certificaciones como BAP (Buenas Prácticas Acuícolas) o ASC (Aquaculture Stewardship Council), que aseguran prácticas responsables y libres de antibióticos.
Y atención con la cocción: nunca comas camarón crudo o poco cocido. Sus intestinos pueden albergar bacterias como Vibrio, peligrosas para la salud digestiva. Cocina siempre el camarón hasta que esté firme y opaco, con una temperatura interna entre 49 y 60 °C (120–140 °F). Así disfrutarás con seguridad y sabor.
Médico Coucou💊

Entonces, ¿qué debemos recordar? Que el camarón no es tu enemigo, sino un aliado poderoso y sabroso. Es bajo en grasa, rico en proteína, calcio y taurina, y lejos de ser malo para el corazón, puede ser un componente muy beneficioso en tu dieta. No hace falta comer las cáscaras ni temerle al colesterol. Simplemente escoge camarones de buena procedencia, cocínalos bien, acompáñalos de vegetales o granos enteros y disfrútalos dos o tres veces por semana. Tu cuerpo, tu paladar y tu corazón te lo van a agradecer.